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  • Descripción es exacto "El objeto a estudiar en este trabajo es el “progresismo”, considerado aquí como una significación que circula de manera extendida en la actual coyuntura político-social del país. La decisión de estudiar al progresismo surgió a raíz de un interrogante: ¿por qué existe en la actualidad argentina una suerte de mayor presencia del término entre los dichos de los políticos y periodistas? Para comenzar a responder esa inquietud busqué en artículos de la prensa declaraciones sobre progresismo y con lo que me encontré fue con que no sólo el término circula ampliamente entre las voces de referentes de la política nacional y en las enunciaciones de los medios, sino también que lo “progresista” parece presentarse hoy como el valor deseado por la mayoría de los políticos, al punto de que muchos pugnan por lucirse como los “verdaderos” o “mayores” progresistas. ¿Por qué, entonces, hoy muchos actores del campo político se autodefinen como progresistas? Es más ¿por qué ciertas demandas vinculadas históricamente al “progresismo”, como la inclusión social, hoy aparece también en el discurso de enunciadores considerados de centroderecha? Con el objetivo de abordar estas cuestiones que merodean al llamado “progresismo”, considero que el análisis de mi objeto debe contar con dos dimensiones:

    A) Intentar comprender por qué el “progresismo”, una palabra que se remonta al siglo XIX, recupera actualidad y circula ampliamente en el decir social. Para ello considero fundamental esbozar una dimensión histórica que, con el uso de conceptos de Stuart Hall y con materiales históricos, dé cuenta de las representaciones que se fueron instituyendo alrededor de la palabra, así como sus constantes y diferencias entre un momento y otro. Entiendo que el “progresismo” condensó significaciones ideológicas desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, las cuales constituyeron una visión de mundo en cada coyuntura específica. Y esas configuraciones semánticas dejaron –como dice Hall- “huellas” que se reactivan en la época actual.

    B) Indagar cómo en el marco de la extendida circulación del progresismo se despliega una pugna entre distintos actores que buscan lucirse como los “auténticos” o “reales” progresistas y atender, asimismo, a cómo frases como “derecha progresista”, que en otro momento hubieran aparecido como contradictorias, hoy resuenan en el decir político. Este nivel de análisis se subdividirá en dos horizontes teóricos: el primero tendrá que ver con pensar al progresismo como un “signo ideológico” sometido, desde el pensamiento de Valentín Voloshinov, a derivaciones de sentido, esto es, a constituirse en un campo que contiene una cierta multiacentualidad. Aquí será necesario advertir los conflictos que se expanden entre las fuerzas políticas que pelean por imprimirle distintos “acentos” al término y aquellas que lo contradicen, mediante, por un lado, el esbozo de los sintagmas que resumen a los “progresismos” (léase “progresismo de eficiencia”, “progresismo moral”, “progresismo trucho”) y de la configuración de un “Nosotros” y un “Ellos” (por ejemplo, “nosotros somos el progresismo que cree en la equidad y ellos son el neoliberalismo), y por otro lado, la exploración de demandas articuladas en las cadenas sintagmáticas así como la construcción de enunciadores, destinatarios y adversarios en los discursos donde se tematiza al progresismo.

    La segunda dimensión pretenderá detectar, sobre la base de la indagación de las demandas en los distintos discursos, si existe una “práctica articulatoria progresista” que, o bien remite en términos de Ernesto Laclau a una construcción hegemónica “populista”, o bien se trata de una construcción discursiva que va por el lado de la “lógica diferencial”. Para ello, se presentarán los conceptos de “punto nodal”, lógicas de “diferencia” y “equivalencia” y “hegemonía” que Laclau trabaja tanto en La Razón Populista como en Hegemonía y Estrategia Socialista.

    Vale destacar que el campo para analizar a las significaciones y sentidos del “progresismo” en la actualidad comprenderá los cuatro años del gobierno kirchnerista, prestando particular atención a las campañas electorales para jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2003 y 2007, y la campaña para las elecciones legislativas en 2005. En cuanto a los materiales a usar, privilegiaré los diarios Clarín, La Nación y Página/12, puesto que en ellos no sólo aparecen las enunciaciones de actores políticos sobre el “progresismo” sino también los “sistemas de significados” que se configuran alrededor de la palabra en el campo periodístico. En efecto, veremos cómo muchos periodistas aplican la categoría progresismo con un criterio más o menos similar, el cual tiene que ver con sus visiones del mundo y con el medio para el cual escriben: no es lo mismo un periodista que escribe para La Nación -diario asociado históricamente a las clases altas, y a sectores de la Iglesia Católica, las Fuerzas Armadas, el campo y los grandes empresarios-, que otro que lo hace para Página/12 –periódico que desde su fundación ha interpelado a sectores medios “progres” y que devino kirchnerista en los últimos cuatro años. Por último, incorporaré algunas entrevistas que realicé a políticos y economistas, las cuales me permitieron tener un acceso directo a los actores que se refieren o aluden a la cuestión del progresismo.

    Una primera conjetura que puedo plantear es que las raíces del uso extendido que hoy tiene el llamado progresismo están en la conjunción de los episodios traumáticos de los años setenta –con aplastamiento de experiencias revolucionarias e instalación de la dictadura más cruenta en Argentina- y los noventa –que dejó amplia desocupación, niveles inéditos de pobreza y desmantelamiento del Estado-, sumados a las modificaciones posmodernas en el mundo (caída de la URSS, auge del neoliberalismo, borramiento de fronteras capitalismo-comunismo,“Tercera Vía”).

    Relacionada con la anterior, una segunda hipótesis es que el progresismo se muestra hoy como una suerte de “superación” entre la izquierda y la derecha, esto es, como una significación “políticamente correcta” y “moderna”, que construye como antagonista al modelo de los noventa, y que se presenta a sí misma como la impulsora de una “buena gestión” en pos de la calidad de vida de la gente. "
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