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  • Descripción es exacto "Cuando la historia atraviesa nuestras biografías con situaciones que nos perturban profundamente, es inevitable que nos preguntemos porqué ocurrió tal cosa; de inmediato tratamos de dotarla de sentido, ya que frente a lo arbitrario solemos quedar inermes y presa de fantasmas que nos rondan y que no podemos exorcizar. Si no logramos comprender, sólo nos queda el miedo a padecer una y otra vez el mismo suceso ominoso. Esto es lo que nos ocurre frente al exterminio llevado a cabo en la Argentina durante el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” al que de ahora en más llamaremos “el Proceso”. Saber, nombrar o comprender puede no hacernos más felices, pero nos libera justamente de esos terrores innominados. Porque debe quedar en claro que el período al que hacemos referencia puede designarse, parafraseando a Hegel, como el momento en que se extendió ante nosotros “la noche del mundo”, en el que la tragedia se invistió de terror. Lo que ocurrió en los campos de exterminio no fue otra cosa que el aniquilamiento de lo humano antes de la destrucción de la vida. Vidas cualificadas que desaparecieron mientras los hombres aún estaban vivos. Vidas sometidas a una forma de muerte que ni siquiera puede llamarse muerte. La experiencia del campo no nos es ajena a pesar de no haber atravesado físicamente nuestras vidas; resulta enormemente próxima en la medida en que sus víctimas eran nuestros semejantes. Semejantes que fueron primero estigmatizados, para luego perder toda seguridad jurídica y, por último, condenados a la desaparición física. Todo esto, en una sociedad en la que algunos decidieron que otros ya no habitarían este mundo. Una sociedad cuyo entramado quedó profundamente surcado por lo ocurrido en los campos de exterminio, ya que ciertas formas del lazo social no pudieron reconstruirse."
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